viernes, 23 de septiembre de 2016

De Brunch por el Valle y las Montañas de Cayey

Estoy segura de que en algún momento han escuchado el término brunch (breakfast & lunch). Es muy posible que un amigo, familiar o compañero de trabajo les haya hablado de lo mucho que se disfruta de un brunch. Y tienen razón. El brunch es una combinación de desayuno y almuerzo. Se caracteriza por la gran cantidad de alimentos, mayormente dulces y/o salados, que logran satisfacer cualquier paladar.

Son muchos los lugares en el área metropolitana que ofrecen esta propuesta gastronómica a sus clientes durante los fines de semana. Tanto así que muchos restaurantes y cafés de los pueblos de la montaña también comenzaron a incluir el brunch entre su oferta con el propósito de atraer mayor clientela. Cayey es uno de esos pueblos.

Hace mucho tiempo que el Mirador - Coffee Bar ofrece a los amantes del brunch una serie de platos sumamente atractivos y accesibles a los diferentes presupuestos. La oferta incluye sandwiches, tostadas francesas, waffles, tortillas españolas rellenas, entre otros platos más elaborados. Claro está que el café (en sus tantas variedades), las mimosas y las cervezas artesanales no pueden faltar. He probado sus diversos platos, así como su café y jugos naturales, y todo ha estado exquisito. El local, de tipo rústico, está ubicado en el segundo nivel del legendario Mirador Pub, frente a la UPR Cayey.


Fotos cortesía de Mariela y Gordy Rock.
(Lamentablemente borré todas las fotos que tenía de mis pasadas visitas)
En el valle de Cayey también pueden encontrar otro local llamado Carli Coffee Shop. La oferta gastronómica de este local es más tradicional, pero muy buena en sabor. Aquí podrán degustar waffles, pancakes, revoltillos y sandwiches. Tengo que admitir que su cappuccino ha sido uno de los mejores que he probado. Sus precios son accesibles a todo presupuesto. El local está ubicado cerca de la salida 39, del expreso Luis A. Ferré.

(Arriba) Entrada al local.
(Abajo) Tostadas francesas, acompañadas con revoltillo.
El cappuccino estaba delicioso.
Del valle, nos movemos a lo alto de las montañas de Cayey. Y es que el barrio Cercadillo (carretera 715) cuenta con un restaurante que podríamos catalogar como un pedacito de cielo en la tierra. El Sand and the Sea ha operado por muchísimos años en Cayey. Siendo cayeyana y conocedora del barrio Cercadillo, no me explico cómo vine a visitar este restaurante hace apenas un par de días atrás (shame on me!).

Tengo que admitir que el Sand and the Sea es un lugar mágico. No sólo por la paz que se respira allí, sino también por la espectacular vista que ofrece. Desde allí se aprecia la bahía de Jobos en Guayama, perdiéndose la vista hasta el Mar Caribe. El lugar cuenta con un helipuerto (pista helicópteros), por si desean hacer una entrada triunfal.


Sangría de acerola y mimosa. Bandeja de hashbrowns, chorizo y
jamonilla salteada con cebollas caramelizadas y syrup de jengibre.
Plato de revoltillo con vegetales. Tostadas por el lado.
Por suerte fuimos los primeros en llegar al local, así que tuvimos la oportunidad de conocer a Reinaldo (dueño) quien nos brindó un excelente trato haciéndonos sentir como en casa. De igual forma nos trató una de sus meseras conocida como Damaris. Allí tuve la suerte de encontrar a una vieja compañera de trabajo a la cual no veía hace más de 12 años. Sonia rápido se acordó de mi nombre mientras nos dábamos un fuerte abrazo.

El brunch que disfrutamos en el Sand and the Sea ha sido el menos tradicional que he probado. Era una fusión de ingredientes comunes con otros un tanto exóticos. Tengo que admitir que superó mis expectativas. Aunque el dueño me ofreció una mimosa de acerola, opté por la tradicional mimosa de china. Le aconsejo que ahorre un buen dinerito si va en familia, ya que la cuenta para dos personas alcanzó los $63.18 dólares (incluyendo propina). Pero tengo que admitir que el ambiente, la comida y el excelente servicio bien valieron la pena. ¡Ya estoy ansiosa por volver al lugar!



Por mi parte, seguiré explorando otras alternativas de brunch. Estaré de vuelta pronto para compartir con ustedes sobre mi experiencia en otros locales de Cidra y Aibonito. Vamos a ver si su oferta gastronómica vale la pena. Bon Appétit!

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